Friday, February 27, 2009

Pablo Ludovieg

Llego la noticia de otro compañero del colegio que muere. Ya estamos en la edad que nos comenzamos a ir no por causa de accidente. El mes pasado fue Vilo y ahora Pablo Ludovieg.
Solo lo volví a ver una vez desde que dejo el colegio al terminar el cuarto de primaria. Estaba en el “Haití” de Tingo María. Nos encontramos y como amigos que se hubieran visto tan solo ayer entablamos una conversación plagada de recuerdos. Hasta que me pregunta, ¿Y te sigue gustando dibujar?, Ah, Pablo ahí si que me confundiste con otro, No, que va, no te acuerdas cuando nos íbamos atrás en el salonzote del 3ro A y nos poníamos hacer cualquier cosa menos a escuchar al profe y lo que hacían los demás? Al buscar en el recuerdo vi una hoja de papel de ese blanco puro sin líneas de ninguna especie en que plasmados una serie de cerros empinados de cresta en punta, un sol radiante infaltable, algunas aves volando, que eran fáciles de dibujar con solo las alas desplegadas se dejaban entender, la laguna y su pato. Amarillos, marrones claros, verde escaso. ¡Mierda, Pablo! me has rayado, ¿como te acordabas de lo que incluso yo había borrado?
Ambos escapábamos en esa atrincherada distancia de carpetas vacías. Era tan grande esa trinchera que una vez hizo de ring de box en donde “El Flaco" Gagliardi le saco la mismísima mierda al gringo Grupovich.

Pablo pasaba por Tingo colocando los productos de su fábrica. Yo construía una hermosa torre que se negaría a volar al primer intento. Fiel, rígida, rebelde no cayó hasta el segundo atentado dinamitero.
Que linda sonrisa-risa tenia Pablo. Quiero que ella me acompañe hoy y siempre.

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