Si, si hubiera mantenido el
record de estas interrupciones determinaríamos con precisas estadísticas que un
porcentaje alarmante de costeños chupamos para pelear o cosa similar. Mientras los de la Selva lo hacen para
calentar aun más su sangre y luego ir a "enfriar".
Esa muestra de que algo anda mal
en nuestras cabezas costeñas, y en mi caso particular, con la de los limeños,
lo comprobaba al poco de regresar a la ciudad desde la provincia. Al poco de estar conversando con el taxista y
recibiendo los reportes de los acontecimientos del mes ausente, la conclusión
de ambos era la mismita del mes anterior:
Estábamos gravemente enfermos de la cucuma.
Preguntándome la razón de este
cambalache mental que nos afecta tanto a mí como a mis paisanos, lo primero que tendría que
responder es que ojala Dios lo sepa y este trabajando en la solución. Mas, como lo primero que se nos ocurre, por
lo general siempre está equivocado, me exige a buscar otro pensamiento y en
este intento te pido que me acompañes unas líneas más para ver si llegamos a
algo concreto sobre el que trabajar.
Cada pueblo, como cada hombre,
carga sobre los hombros su Karma. Es
decir, cada pueblo carga con la responsabilidad de sus actos e incluso también
con el peso de sus pensamientos y palabras.
Por lo que debemos de ver que es lo que tanto nos pesa que ya nos es tan
difícil el "caminar derechos".
Lima, nuestra Lima, si algo la
distingue por encima de todo, pienso que es una ciudad que desde que la
fundaron, y fundieron también, ha ido perdiendo constante e irreversiblemente área
de poder e influencia. No conozco de otro
caso mayor en la historia contemporánea que un grupo humano haya perdido tanto
por tan poco. Listar los territorios
perdidos y las escabrosas circunstancias que envuelven estos vergonzosos
episodios de nuestra "centrifuga" historia está por demás pues no hay
quien desconozca entre nosotros esta dolorosa realidad.
Hay un común denominador en cada
una de estos episodios de desmembramiento de un territorio que a pesar de estar
notablemente disminuido, sigue siendo bocado de piratas, bucaneros, traidores y
"avezados empresarios". El
desentender el bien público como algo intrínseco al bien personal es ya tradición. Y esta adoptada tradición nos ha hecho
repetir errores como elegir galifardos comprobados para aliviar nuestro miedo
por lo que consideramos riesgoso y sumamente peligroso a nuestro bolsillo, a
nuestro negocio, a nuestra seguridad económica. Es así que hasta negamos lo ya comprobado y
nos hacemos los ligeritos mentales, los que poco sabemos. Y, sin perdon, traicionamos los valores que decimos apreciar.
El país no nos ha importado o nos
importa hasta que el bien de la republica no exija un riesgo a perder lo que
consideramos constituye nuestro privilegiado status. No
importa que.
Así de simple lo veo. Y no porque tengo la suerte de tener la
piedra filosofal a mi costadito, y eso que la tenia, mas gracias a Dios la perdí
ya hace una buena pila de años, y cuando esto sucede nos vemos obligados a
observar la realidad y buscar interpretarla sin distorsionarla a nuestra
conveniencia.
Limeños, dejemos de traicionar a nuestra
ciudad, a nuestro país, a nosotros mismos.
La oportunidad de hacer lo que sabemos correcto siempre está presente. Una patria es fuerte cuando la defienden
ciudadanos con claros y definidos principios.
Dejemos de perder.