Wednesday, June 30, 2010

Medalla de Oro

Los periódicos Limeños nos traen noticia vieja hecha novedad. Reportes de la Oficina de las Naciones Unidas Contra la Droga y el Delito, afirman “que Perú ya sobrepasó a Colombia como el mayor productor mundial de hoja de coca”
Con cruda ironía el artículo periodístico señala que el Perú avanza con Alan García. Agrega, además, que el reporte de la UNODC ha suscitado las iras del presidente Alan García y otros funcionarios.
Mucho roche, peeeeeeé.
En el año 1979, estadísticas del Ministerio De Industria Y Turismo Del Perú determinaban que el país producía el setenta y uno por ciento de la producción mundial. Así que, a otro perro con ese hueso. Tapar el Sol con el dedo.
“Contrapeso” se aúna a las celebraciones por tan merecida victoria y que menos que re-ingresando una antigua entrada, “El Cacique de Papa”. Una perlita encontrada en la escondida y patética realidad peruana.


"El Cacique de Papa"
Lo había visto al comenzar la mañana llevando materiales para la torre del cerro San Cristobal de Huanuco, una de las cinco torres que ayudaba a construir en la Cordillera Oriental de los Andes. Al regreso, terminando el dia, seguía el hombre inmóvil como la montaña.  Sentado sobre un cerro de costales llenos de algo, esperando por algo que no llegaba. Mantenía la mirada fija al frente y el cejo más que fruncido. Sus piernas y brazos cruzados al más puro estilo de piel roja fumando la pipa de guerra, porque la expresión de su rostro, no le daba pa' la paz. Detuve la camioneta y le ofrecí trasportar algo de lo que presumía era su cosecha. No me contestó directamente, sino, dándole una orden al muchachito que lo acompañaba, Anda y dile al Viejo que venga a cuidar lo que quede de la papa; yo voy bajando lo que pueda con el señor. El chiquillo partió a la carrera por la quebrada.


Al reanudar la marcha la tensión en la cabina era al punto que ni yo hablaba; mas, genio hasta la sepultura, al rato inicié el diálogo de uno, pues el se limitaba solo a mono silabear y ahí fue que me entró una onda jotadiezcanseco de la gran flauta; paternalmente, le solté un rollo con algo de mi gran sabiduría, Fíjate, en vez de esperar ahí como un huevas, te vas a la ciudad y tu mismo te subes con el camión que contrates y evitas que te dejen plantadazo como hoy. Seguí dándole todas mis soluciones a sus torpezas pues cuando uno sabe, sabe y yo me las sabía todas. Me miró tratando de sonreír sin lograrlo pues el tallado profundo de su gesto de rabia crónica se lo impidió. Me explicó la verdad que siendo siempre obvia la esconde el demonio astuto. Con calma y paciencia de esa que tenemos cuando le hablamos al sobrino pues no se porque malaya con el hijo la perdemos, se puso a corregirme la plana abriéndome una ventana que aun a pesar de los visillos que con cada año se van cubriendo los recuerdos, no logro cerrar. Lo que estoy haciendo, me dijo, es simplemente demostrarle a mi padre de que ya no puede seguir sembrando más la papa, cada año insiste y cada año va perdiendo más; yo hace bastante tiempo que deje de hacerlo, ahora siembro lo único que se puede: coca, ¡Anda! no seas pendejo, como va a ser lo único, Te fijan el precio de tu cocecha sin importarles un carajo lo que te cueste lograrla; cada año es peor, te obligan sin huevadas. El camionero no ha venido pues debe haberlo pensando bien y no ha querido meterse en problemas pues sabia que no iba a regalar la carga como ellos quieren sino que buscaría ponerla a buen precio, y eso ta prohibido, les importa nada si te mueres de hambre, cuidan su negocio, Pero no entiendo ¿Cual es el problema del cabrón del camionero?, Puta que eres duro gringo, le quitan el camión con cualquier pretexto, que las luces no prenden, que las llantas tan pal gato, o cualquier otra vaina como que la tarjeta de propiedad es trafeada, imaginación a estos reculeados no les falta; la cosa es que uno se queda sin la cosecha y el otro sin su herramienta de trabajo, así de simple. !Quéjate!, ¡reclama!, ¿A quien me voy a quejar?, ¡A las autoridades!, Si que no la vez gringuito, es el mismísimo prefecto el que maneja toda la cosa, Entonces con la policía, Si ella es su primer lameculo. El Perú profundo se terminó de profundizar, descendiendo hasta las entrañas del infierno y en ellas transitábamos cuando su voz me trajo nuevamente a la tierra no prometida, ¿Ve ese camión ahí detenido? ese puede ser uno que tuvo la suerte que yo no tuve y ahorita mismo los joden, Me resisto a creerte, y sin decir más metí pata al freno, puse retro y le di a la mirella como si estuviera en sus buenos tiempos haciendola picar. En pleno retroceso me alertó, Cuidado que me friegas, tu te vas mañana y no me quedo a pagarla, esto no es juego. Al verle la cara ya no amargada sino tensa de preocupación, paré y en silencio comulgó nuestra impotencia; desenganché, puse primera y seguimos hacia la ciudad. Fue saliéndoseme el indio al mismo tiempo que a el se le iba escondiendo, ¡Hijos de puta!, pendejos mal paridos, mafiosos ¡de mierda!, miserables gusanos; soltando una recatafila de insultos catárticos llegamos. Me pidió, no se si por coincidencia o que se yo, que lo dejara en la esquina terminal de la primera cuadra por donde arribamos. Insistió en que me quedara con uno de los sacos y nos despedimos con fuerte apretón de manos que mantuvimos mientras nuestras miradas se grababan.


Llegué al otro día a la Divisoria, otro cerrote sobre el que trabajábamos y que corona imponentemente el precioso valle del Río Azul. Estuvimos de comelona con la papa regalada. Resultó ser esa crocante cuando es cortada y frita al hilo. No la comía desde que era niño y que pensaba, equivocadamente, era producto solo de la buena y extrañada cocina de la casa paterna y no producto de un cambio bizarro de cultivo, realmente, alternativo. El cinismo, ahoga.


Mientras, en la gran ciudad continuábamos construyendo terrazas con cara al mar y de espalda a la no lejana montaña, hincando hitos divisorios entre mundos cada vez más divergentes.