Soy un valiente raro;
sí, me atrevo y al mismo tiempo me cago de miedo. Es, creo, producto de ese tropel de
pensamientos que emanan de cada uno de nuestros yos internos generando
sentimientos y decisiones que juegan entre una maraña de circunstancias.
Me atreví a hacer
muchas cosas que requerían valor, sin embargo, no todos esos yos estuvieron de
acuerdo a la hora de actuar. Es el
problema de regirme por una democracia interna (real) pues siempre hay
opositores dentro de uno que dificultan el paso.
Muchas veces se dio el
caso, como en el día de mi matrimonio. Estaba
feliz, mas a la hora en que salía para la iglesia, ni bien puse un pie en la calle,
una llamada con señal de urgencia me hizo correr al baño; literalmente, me cagaba
de miedo. O mejor dicho, uno de los yos
era el cagón porque como les decía, Yo salía feliz y apuradito. Y no fue una sino fueron dos veces las que
tuve que correr al baño. En la segunda, eso
si, fui un poquito más lejos, llegue hasta la puerta de mi carro. Ni bien puse la mano sobre la
perilla, un yo nerviosito dio otra clarinada de retirada. Gracias a Dios es cierto que a la tercera se
da la vencida y pude ir hacia la iglesia.
Fui el primer novio, que yo sepa, que se hizo esperar. Mi novia, mi Amorcito Lindo, haciendo tiempo dando
vueltas en carro para no romper la tradición de que uno es el que espera. Nadie sabía, en esos momentos, en la valiente
cagada en la que el novio estaba casi sumergido. El padre Oscar, el sacerdote primo hermano de
mi padre y tío mío hasta ese día, inició la ceremonia !sin mí! Al final llegue, un tantito mas ligerito de
peso, pero llegue, y fue uno de los días mas lindos de mi vida, a pesar de mi
ex tío y mi yo disidente.
Otra muestra de mi
especial valentía, fue cuando al poco de haber aprendido a tocar la guitarra
me encontré en un escenario público
integrando una banda de rock. Todo iba
bien hasta que comencé a sudar frio por la nariz, característica que me hacía
mojar las hojas de papel en los exámenes del colegio y la universidad. Ese día mi nariz sudó a nivel catarata, goteó
al punto que mojó la mano con la que rasgueaba las cuerdas de la guitarra !eléctrica! El electroshock no se hizo esperar. Dicho sea de paso es así como se inició la
modalidad de arrojar la guitarra por los aires ó darle con ella duro al piso ó por
último tirársela al publico delirante.
Yo lo hice por cuestión de instinto; otros, de puro copiones.
Han habido miedos que
han acompañado acciones más temerarias, como la intentona de ir a Monzón. Bastó que me digan, Puede pasear por cualquier parte de la zona pero ni se le ocurra seguir por esta trocha, ¿Por qué?,
Porque esta trocha va para Mozón y para allá no va nadie que no esté
invitado. No es que fuera una de las
llamadas "zonas liberadas" de la época senderista; era una zona de la
"coca nostra" la que tenía que ver con estos límites territoriales entre
el orden desorganizado y el desorden muy bien organizado. Ni bien había recorrido un tantito la trocha
más allá del lugar donde estaba colocando un reflector de la red de micro ondas
en la montaña que está al frente del pueblo de Tingo María, pueblo que pagaba
el pato al ser uno de los "mascarones de proa" cada vez que se armaba
la fanfarria teatral en "la lucha contra el narcotráfico" en la que
"artistas" nacionales y extranjeros competían por los papeles
estelares. No nos vayamos por esta rama de este pasado que, lamentablemente,
aun es presente y presente agravado; hoy no, hoy enfoquémonos en el intento de ir
para Monzón. Un reten me detuvo, ¿Para dónde
vas amiguito?, preguntó un amigable lugareño que estaba sentado al borde de la
trocha sobre una rudimentaria cuneta, No sé, solo estoy paseando por la zona,
estoy colocando la red para la TV de Tingo y ando de relajo. Esa era mi mejor carta de presentación que me habría las puertas de los mejores teatros y tratos. !Puta! que interesante, así que andando por
acá y de puro hueveo, Sipi, ¿Te puedo dar un consejito?, Claro amigo, se lo
agradezco, Date vuelta aquí mismo y paséate por donde quieras menos hacia la dirección que
llevas ahorita, Gracias por el consejo pero ¿Que hay si le doy un poco más para
allá?, Bueno, eso lo decides tu, yo solo te digo que más allá vas a encontrarte
con un pata que si te va a parar, mas esta vez, tu ni lo vas a ver. Así, que a tanta información turística: Arriba
Alianza y vuelta en U.
En una vivencia más peliaguda
que las anteriores y que, gracias a la lentitud con que a veces opera mi
cerebro, pasó desapercibida; a mi entender, me vi ante un supuesto "juicio
popular". Huy que miedo. Me disponía a subir al cerro De La Divisoria,
ahí cerquita al paradisiaco Callejón del Padre Abad; donde construía una torre
de esas altotas que de niño me rompían el coco pensando como las colocarían en lugares
tan inaccesibles. Ahí estaba yo, casualmente, rompiéndome el coco mientras mi
amigo dueño de la compañía responsable de la ejecución de esta obra mal
presupuestada por la entidad licitante, estaba rompiendo su bolsillo y el de su
familia entera. Problemas sobraban y
sobre todo los referentes a dinero. Bueno,
iba ya para la obra cuando un par de individuos me detuvieron para conversar. Buscaban trabajo. Me extrañó que a pesar de que sabían de que
las planillas no habían sido cubiertas por varias semanas, estuvieran ansiosos
por incorporarse a la interesante construcción. Di por hecho que eran
unos más que buscaban una coartada para andar en la región y dedicarse a otras
actividades económicamente más rentables.
Conversamos amigablemente un buen rato hasta que uno de ellos, en forma condescendiente
y a manera de despedida, dio su … veredicto, Termine su obra ingeniero. La cosa hubiera quedado ahí si es que no me
encuentro, accidentalmente, unos meses más tarde en Iquitos, con el supervisor
de la construcción de la torre, Te
felicito Flaco, te pasaste; trataron de volar tu torre ni bien la terminamos y no pudieron, bueno no
pudieron a la primera pero a la segunda se volaron la torre con medio cerro. El, "termine su obra ingeniero", tomó sentido.
Soy pues un valiente
raro que le tiene miedo a la vida mas no a la muerte, que no teme decir su
palabra, mas sí, ofender a un amigo.