Saturday, September 12, 2009

La Difícil Vida De Un Cuentista.

Sabía que estaba en problemas, se había hecho tarde, jalé lo más que pude intentando, en vano, retroceder el frío y traidor reloj. Tomé la diagonal que lleva hacia el primer ovalo de la alameda variando mi acostumbrado camino que evitaba un encuentro indeseado con los de la “Gato Pardo”; pucha, eso era algo así como pasar por una aduana turca con un cigarrillo de los prohibidos en la mochila. Por suerte ese día y a esa hora hasta los gatos pardos, negros y de todo color dormían. Aliviado apuré aun más el paso casi hasta arrancar a correr mas paré el trote al reparar que no podía llegar agitado, eso me pondría en evidencia; debía llegar tranquilito, súper calmado y arrancarme, en primera, con una buena escusa; escusa que aun no lograba hilvanar. Al llegar al malecón el aire fresco con su olorcito a mar me recordó que ese día y ¡esa noche! eran de triunfo. La calma y con ella la dicha, regresó. Acababa de saborear el exquisito gusto de un placer nuevo, y por eso con el apuro y todo, caminaba esa noche sobre las nubes de un cielo encontrado. Había logrado, con la ayuda de ángeles inspiradores un beso que, tercamente, se me negaba.
La hora, el apuro, la brisa, la gracia, el miedo, el placer, la saliva y la sangre se me congelaron de un porrazo al ver una guillotina en la mirada de mi viejo, mas por suerte la adrenalina dijo ¡presente! y la mentira que se había negado en llegar, broto: ¡Que rico chifa! el que me invitó el viejo de la Chiqui, les juro que nunca hemos comido uno tan rico; olvídense de la calle Capón y que ocho cuartos, ¿Has visto la hora que es?, Casualmente viejito, justito cuando ya me venia, llegó el señor con unas bolsas olorosísimas y una sonrisa de oreja a oreja que hasta hoy se la desconocía, me invitó a pasar; como le decía nooooo.


De lo que me dijo mi viejo no me acuerdo, pa’ que les voy a fantasear, mas de lo que hizo mi vieja no me podré olvidar; se paró sin decir palabra y se fue derechito a la cocina, el instinto me alertó y la seguí, cogió el plato de comida que me esperaba tibiecito en su baño maría como de costumbre y con su carita de te jodiste por pinocho y diciendo como un conjuro de bruja mala, Esto no seria saludable (siempre naturista la cochita) recalentarlo otra vez, y zuasss ¡la tiró ¡a la basura!, casi grito para impedírselo mas logre apagar el sonido y con la boca abiertota de par en par mis tripitas lograron exhalar un gemidito, casi sordo, de protesta.


Con una mentira había logrado lo que por meses se me negaba y con otra saboreé un hambre desconocido, pues sabia que ella hacia guardia desde su cama de donde divisaba la puerta de mi cuarto esa noche más cerrada que nunca. Ese día, a la entradita de la noche, fui a visitar a la chiquilla que desde meses atrás me había templado. Dos veces había “rebotado” y la cosa iba con roche pues ya se iba haciendo popular el cáustico apodo de “Boingboing”. Canallitas los del barrio; mas tenía que reconocer que estaban, como siempre, endiabladamente precisos en la cuestión de colocar chapas. Al llegar a su casa le pedí quedarnos en la gradita de la puerta de calle y ahí arranqué con la primera mentira del día, He venido a despedirme, ¿A donde te vas?, No, no me voy a ninguna parte, me despido porque no pienso regresar nunca más al barrio y no quiero que el día que nos crucemos en el camino y al evitarte, pienses que me volví un atorrante despreciable, ¿Pero de que locura me hablas flaco?, Lo hago para no ser uno más de los que se mueren por tí y que tú ni pelota das, Pero si somos patazas, Casualmente eso es lo que no quiero que seamos. Y ahí fue que comencé a cosechar la venta de mi alma, Pero porque piensas así, sabes que me gustas, me importas, me encanta cuando cantas, a mi también me gusta estar contigo, Entonces... ¡¿Quieres estar conmigo?!, Claro tonto.


Si bien no he mentido a la Tarzán, es decir ir de mentira en mentira como de liana en liana, debo reconocer que mentía bastante y lo hice hasta el día en que comprendí lo que me dijo años después del recuerdo narrado mi mujercita linda: Mentir es como hacer trampa en el juego y así no vale la pena ni jugar ni ganar.

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