Monday, March 30, 2009

Cantando con Javier

“Poema”
El canto de los
ríos
acompañaba a mis
pies
de tibio caminante,
el río
cantaba con mis brazos
en él
yo miraba a la muerte y a
la vida.
Pero uno está siempre
compuesto
de un poco de muerte y de
camino,
y uno siempre es río,
o canto ,
o lágrima cubierta.
Javier Heraud

Recordar a Javier Heraud es recordar que tenemos un trabajo pendiente por hacer.
Cantar la poesía de Javier es alimentar el cariño por la tierra querida y revivir nuestra cansada, mas nunca agotada, conciencia.

Recordar la sangre derramada de los mártires y victimas del siniestro y bizarro mundo en el que vivimos renueva nuestro propósito de trabajar por la patria deseada donde las palabras derecho, libertad, justicia y respeto no sean pan de endemoniada ironía.

Para los que hemos tocado sangre derramada en un río rojo de vergüenza, o en una simple zanja excavada en donde el deseo y entusiasmo no logran detener el llanto de un tierno pulmón que se rinde ante el mal del hambre ancestral; sabemos que Javier estaba en lo cierto.

Catorce años tenía el muchachito dueño de ese maltrecho pulmón que con alegría contagiante, y con el permiso de su padre, trabajaba con los mayores de la comunicad en la construcción de una trochita que nos llevaría a las 5 bocas de su gran mina de oro. No pudo, a los dos días cayó sobre su propio charco de sangre. No tuvo la suerte de llegar a viejo como aquel pastor que se acercó ha hablarme cuando ensimismado me encontraba contemplando la grandeza. Entablamos transparente dialogo de amigos. Entre palabras tosía. Le pregunté si escupía rojo, Sí, !es sangre!, Sí, alarmado le dije balbuceando que era tuberculosis lo que tenía, Así le llaman, respondió ¡inmutable!, ¡Te vas a morir!, ¿Y? fue su lacónica respuesta. ¡¿Y?!

Dos mundos que aunque se toquen no se encuentran, mas buscan entenderse.

Javier Heraud sacrificó su vida a los 21 años. Intentó hacernos pelear para terminar el drama de un pueblo conquistado, avasallado y malogrado. Que mejor manera de recordarte quien es y que hizo Javier que con las palabras de su propio padre, el Señor Jorge Heraud Cricet:

“Javier estaba hondamente preocupado porque aspiraba a tener una vida útil y creadora.
… mi pena, con ser insondable, se ha agrandado más aun al saber que mi hijo, que había ido allá (a Puerto Maldonado) urgido por un ideal, arrostrando los más graves peligros con el más absoluto desinterés, había sido victima de una cacería humana. Cuando, inerme en una canoa de tronco de árbol, desnudo y sin armas en medio del río Madre de Dios, a la deriva, sin remos, mi hijo pudo ser detenido sin necesidad de disparos, más aún por cuanto, su compañero, había enarbolado un trapo blanco. No obstante eso, la policía y los civiles a quienes se azuzó les disparaban sobre seguro, desde lo alto del río, durante hora y media, inclusive con balas de cacería de fieras.
…furor fraticida que ha tenido como escenario un claro río de nuestra montañas y como víctima a un mártir adolescente traspasado de ideales generosos."

Y asi cantaba ese tierno y comprometido corazón:

“Alabanza de los Días”
Nos prometieron la felicidad
y hasta ahora nada nos han dado.
¿Para qué elevar promesas si
a la hora de la lluvia sólo
tendremos al sol y al trigo muerto?

¿Para qué cosechar y cosechar si
luego nos quitarán el maíz,
el trigo, las flores y las frutas?
Para tener un poco de descanso no
queremos esperar las promesas y
los ruegos:
Tendremos que llegar al mismo
nacimiento del camino, rehacer todo,
volver con pasos lentos desparramando
lluvias por los campos,
sembrando trigo con las manos,
cosechando peces con nuestras
interminables bocas.
Nada queremos aprovechar,
¡oh, alegría!
Javier Heraud

Tributo al Niño Hombre
Javier Heraud

Minas de oro
y alegría que no
logran robar.
Almas grandes,
mas grandes que los grandes cerros.
A ríos sin mares les di la espalda
al no atreverme a sacudir el árbol
para que caigan frutos y gusanos.

¿Quien me rescato
del infierno encontrado?
fue tal vez
el ángel de mi guarda
que me acompaña
de noche
y madrugada.

Javier Heraud
canario
cantor
y guerrero.
Y yo,
eco
que lo
guarda.

El día
viene
y él
con
el.

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