Cuando en Cajamarca los invasores europeos sellaron la suerte del encuentro de dos
grandes civilizaciones que pudieron nutrirse mutuamente enriqueciendo al mundo
entero, optando por el engaño y el crimen para depredar toda la región
amparados en sus armas, desperdiciaron uno de los más grandes momentos de la
Historia.
Hoy
Cajamarca vuelve a estar presente en otro momento histórico que puede ser otro
punto de inflexión en la historia universal. Otra vez, la cruda ironía de
sufrir miserias humanas espantosas por producto de su bendita riqueza exige a
este pueblo y a sus hermanos levantar la voz de protesta e iniciar la larga marcha
hasta la conciencia de los usurpadores de sus derechos para que paren de abuzar
de la gran nobleza de todo un pueblo.
Mi
pensamiento, voz y acción están con mi pueblo. Nadie ni nada debe
detenernos hasta ser nuevamente libres y soberanos.
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